Federico Vera, Centro para la Integración de la Música, la Ciencia y la Educación (CIMCE), Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (FECIC).
¿Por qué nos gusta la música desde el punto de vista de la neurociencia?
Desde la neurociencia esto tiene mucho que ver con la liberación de neurotransmisores asociados con la sensación de placer y “recompensa”, sobre todo la dopamina. Por ejemplo, se vio que los momentos de mayor intensidad emocional al escuchar una pieza musical se asocian con picos de dopamina en ciertas regiones del cerebro. Por otro lado, tocar música con otras personas suele producir la liberación de oxitocina, una hormona que tiene roles en la formación de lazos afectivos y que, por ese motivo, se suele llamar coloquialmente como “la hormona del amor”. Además, nuestro disfrutar de la música tiene que ver también con la desactivación y activación de ciertas zonas cerebrales vinculadas con la desinhibición y la autoexpresión.
¿Qué es lo que hace la música en nuestro cerebro?
Esta es una pregunta muy amplia. Los efectos involucran, entre otros:
Cambios anatómicos a largo plazo, tales como aumentos de volumen de áreas cerebrales específicas (cuerpo calloso y regiones motoras, auditivas y visuales),
Cambios inmediatos como la liberación de neurotransmisores, tales como la dopamina.
Aumentos y disminuciones del flujo de sangre en numerosas regiones del cerebro.
Además, fomenta el grado de interconexión de las redes neuronales de diferentes zonas cerebrales.
¿Qué es lo que sucede en el cerebro cuando un músico está expresándose musicalmente o cuando ejecuta, pero sin un compromiso emocional o interpretativo?
Observamos patrones de actividad cerebral MUY diferentes en muchas regiones del cerebro. Algo muy interesante sucede en una zona que se llama corteza prefrontal (CPF). La autoexpresión se asocia con la disminución en la actividad de una región que se encarga del monitoreo de la propia conducta y la evaluación del desempeño. Esto produce la desinhibición del músico. Por otro lado, se activa una zona de la CPF que tiene que ver con el sentido de identidad. Esto produce la sensación o el estado de “yo soy esto que estoy tocando con mi instrumento”. Cuando se ejecuta de forma no emocional o, por decirlo de alguna forma, de manera más “mecánica”, se invierte todo lo que acabo de comentar.
Sobre la relación entre música e inteligencias múltiples: ¿qué dice la neurociencia?
Que cada forma de comprender la música (auditiva, racional, corporal, emocional, visual) se asocia con diferentes patrones de actividad cerebral, es decir con la actividad y la conectividad de regiones específicas del cerebro. Por lo tanto, si realizamos un abordaje de la enseñanza musical desde múltiples inteligencias, como diría Howard Gardner, estamos realizando también un aprovechamiento más integral de nuestro “cerebro musical”.
¿Qué es lo que más y lo que menos te gusta de la mirada neurocientífica de la música?
Lo que más me gusta es que mira donde nadie más puede mirar: el cerebro (obviamente) y que hay muchas cosas interesantes que suceden allí. Algunas de éstas podrían ser usadas al momento de tomar decisiones educativas en los diseños curriculares de la enseñanza musical en todos sus niveles. Lo que menos me gusta es que muchas veces se cree, ingenuamente, que estudiando el cerebro se podrán contestar todas las preguntas. Eso nunca va a suceder, ya que la comprensión de la música es algo que se extiende mucho más allá de los procesos estrictamente cerebrales. Esto nos lleva, por ejemplo, al modelo de la “cognición musical corporizada” o a la música como un fenómeno social.