La agricultura en la Argentina

La Agricultura Pampeana

Resumen

A lo largo de la historia agrícola en los agrosistemas pampeanos, han alternado períodos de incremento de la vulnerabilidad de los suelos y el ambiente, con períodos de ganancia en la calidad de los mismos. Las distintas situaciones tienen que ver con los conceptos de resiliencia y vulnerabilidad de los suelos, los cuales están íntimamente relacionados.

A partir de 1970 los suelos de la región Pampeana sufrieron una extraordinaria transformación de la actividad agrícola, caracterizada por el gran aumento de la producción, adopción de moderna tecnología, desarrollo de nuevas formas organizativas de la producción y un acelerado proceso de agriculturización. Desde comienzos de la década del 70 se inició éste proceso, en coincidencia con la expansión del cultivo de soja que impactó negativamente sobre las propiedades físicas, químicas y biológicas de los suelos y también sobre su integridad (Casas, 1998). En la década de los 80, ya en pleno proceso de “agriculturización” de la región Pampeana y ante el avance de los procesos degradativos, cobró fuerza el concepto de agricultura conservacionista. También comenzó a difundirse el concepto de calidad del suelo que implica una visión global sobre la conservación, no solamente de su integridad física, sino de sus funciones.

En los ’90, se difunde el sistema de siembra directa que basa su alta eficiencia en el control de la erosión, en el mantenimiento en superficie de importantes niveles de cobertura aportada por los rastrojos de los cultivos. Para que el sistema sea sustentable se deben implementar rotaciones que incluyan cultivos de gramíneas (maíz, trigo, sorgo, etc.) que mantengan el suelo bien estructurado y un balance positivo de la materia orgánica. Se deberán complementar con aplicación de fertilizantes a los efectos de reponer los nutrientes extraídos por las cosechas. En esta sección se describen algunos parámetros “diagnóstico” que  indican la existencia de sistemas productivos que no son sustentables, situación que de no modificarse, limitará el crecimiento de la producción agrícola nacional afectando negativamente los niveles de fertilidad e incrementado los procesos de degradación de los suelos. Se deberán implementar programas  de aplicación de buenas prácticas de manejo a los efectos de alcanzar un desarrollo sostenible y sustentable de la agricultura.

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La expansión de la frontera agropecuaria hacia la Región Chaqueña

Resumen

La expansión de la frontera agropecuaria a zonas marginales ha producido el deterioro de los recursos naturales, con pérdidas cuantiosas de biodiversidad. El desmonte de grandes superficies y la utilización inadecuada de la tierra mediante sistemas de producción introducidos desde regiones más húmedas, conforman una situación de alto riesgo de erosión hídrica y eólica, como así también una amenaza de extinción para una gran cantidad de especies silvestres. Queda claro que la región chaqueña constituye un sistema ecológico frágil en el que existen riesgos ciertos de desertificación. 

La mayor parte de estos desmontes, tal como se comentó anteriormente, se llevaron a cabo sin tomar en cuenta la aptitud de uso de las tierras, por lo que en muchos casos los sistemas de desmonte empleados y los cultivos elegidos, no fueron los adecuados. Si bien el cultivo predominante de soja en la región se realiza mediante el sistema de siembra directa, la ausencia de rotaciones adecuadas, define un balance negativo de la materia orgánica del suelo lo que determina que no sea sustentable en el tiempo. Consideraciones similares pueden realizarse para los pastizales de estas regiones semiáridas y áridas donde éstos cumplen una función fundamental como reguladores del ambiente. Actualmente su productividad se halla comprometida seriamente debido al sobrepastoreo que actúa como principal causa desencadenante del proceso regresivo que los afecta. Esta situación condujo incluso, a una sensible disminución de las existencias ganaderas de la región.           Se describen las alteraciones sufridas por el suelo y los cultivos: erosión hídrica y eólica, degradación física y disminución de la fertilidad y salinización.

Se discute la  necesidad de un programa regional de ordenamiento del ambiente que pueda regular los cambios operados en el uso de la tierra y de esta manera evitar o minimizar los procesos de degradación de suelos (con efectos sobre el ambiente y la hidrología), pérdida de biodiversidad y servicios ambientales y los efectos sociales negativos como por ejemplo, el éxodo poblacional. La situación descripta, sin lugar a dudas, amerita un análisis profundo con intervención del estado nacional y los estados provinciales, ya que la misma plantea serias dudas sobre la sustentabilidad del modelo actual de desarrollo planteado.

El manejo integrado de los recursos naturales aparece hoy como el sistema más apropiado y seguro para la empresa agropecuaria tanto desde el punto de vista productivo como del impacto sobre los ecosistemas de la región. La utilización integrada permitirá compatibilizar el uso forestal y forrajero del bosque con las áreas desmontadas para la implantación de pasturas o cultivos, sin producir alteraciones importantes en el ambiente. Esto cobra particular importancia en función de que en los últimos años se observa una disminución paulatina de las lluvias, como parte de los ciclos alternativos de variabilidad climática.

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  • Desertificación

Resumen

Las regiones áridas y semiáridas del país cubren el 75 % del territorio con ecosistemas frágiles proclives a la desertificación. Estas regiones, que abarcan el NO, centro –O y S de nuestro territorio, poseen un 10 % de su superficie afectada con un grado de desertificación muy grave y un 60 % con un grado de moderado a grave.

La desertificación es la degradación de las tierras en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas derivada de un conjunto de factores, como las variaciones climáticas y las actividades humanas que inducen a la pérdida del potencial biológico, productivo y económico de los suelos (Collado, 2012). El Gobierno Nacional suscribió en 1994 la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, ratificada en 1996 por el Congreso de la Nación, mediante el dictado de la Ley 24.701. Como elemento fundamental en el diseño de una Estrategia de Desarrollo Sustentable, se concibió el Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación (PAN). Según los datos del mencionado programa en el año 2002, de los 270 millones de hectáreas que componen el territorio nacional, 60 millones estaban afectadas por distintos procesos y grados de desertificación.

Debe considerarse que la desertificación es un problema ambiental y socio-económico que se desarrolla en condiciones climáticas severas por escasez de agua, afectando negativamente regiones con recursos naturales muy limitados en suelo, agua y cobertura vegetal. La población urbana y rural establecida en esta región árida/semiárida es aproximadamente el 30% del total nacional. Se describen para cada región del país, las causas principales de la desertificación y los procesos de degradación de los recursos naturales.

La problemática de la desertificación es muy compleja y requiere de políticas adecuadas. Las escasas alternativas productivas, el ausentismo, los problemas de comercialización y el aislamiento entre otros, generan pobreza y migración, factores que a su vez incrementan la desertificación.