Ing. Agr. Antonio J. Prego: Fundador del PROSA

El Ing. Agr. Prego en FECIC.

El Ing. Agr. Antonio Prego fue el creador del Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua -PROSA- en 1984. Actualmente, PROSA es dirigido por el Ing. Agr. Roberto R. Casas, quien continúa profundizando y desarrollando las ideas que Prego compartió a lo largo de su vida.

Más abajo, encontrarán el desarrollo de una semblanza que realizó el Ing. Agr. Casas en homenaje al Ing. Agr. Prego en 2015, convocada por la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria.

Semblanza

La Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria nos convoca a esta sesión pública extraordinaria, para homenajear al Ing. Agr. Antonio J. Prego, con motivo de cumplirse  este año el centenario de su natalicio.

El Ing. Prego nació el 7 de septiembre de 1915, iniciando su actividad profesional en la  Dirección del Algodón del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación en Añatuya, provincia de Santiago del Estero. A partir de  1944, se desempeñó en la División de Conservación y Manejo de Suelos del Instituto de Suelos y Agrotecnia, creado al producirse la reorganización del Ministerio de Agricultura. Junto a colegas de la talla de los Ings. Agrs. Casiano V. Quevedo, Julio Ipucha Aguerre y Luis A. Tallarico, inicia estudios y trabajos pioneros de experimentación en  conservación de los suelos y aprovechamiento del agua pluvial,  y un programa de difusión de prácticas para el control de la erosión eólica e hídrica, creando en San José de la Esquina, provincia de Santa Fe,  la primera Asociación de Productores con ese fin.

En 1953 participa activamente en la elaboración del Proyecto de Ley de Conservación del Suelo Agrícola, preparado en el seno del Instituto de Suelos y Agrotecnia. Entre los fundamentos del proyecto el Ing. Prego decía: “El suelo es la fuente fundamental de la riqueza nacional. Toda la economía nacional funciona sobre nuestro patrimonio: el suelo. A pesar de  disponer de otros recursos que permiten enriquecer nuestra estructura económica con nuevas aplicaciones, el suelo será siempre el fundamento básico de la riqueza nacional. La gravitación económica de nuestro país en el mercado internacional y el bienestar y progreso interno de la nación, dependerán en todo momento de la capacidad productiva y fertilidad de nuestras tierras”. Estos conceptos los expresaba Prego hace poco más de seis décadas.

Creado el INTA y desde principios de 1960, inicia el Plan Nacional de Lucha contra la Erosión Eólica en la Región Semiárida,  con resultados exitosos plasmados en una amplia adopción de técnicas por parte de productores y técnicos. En 1965, organiza la primera Reunión Nacional de Conservación de Suelos del INTA, en la cual se define el Programa Nacional de esa especialidad y para el cual es designado Coordinador. Al crearse el Centro de Investigaciones de Recursos Naturales en 1969, es su primer Director, gestión en la que pudo demostrar sus capacidades de organizador.

Reunión efectuada en INTA central a fines de la década de los ’70.

En 1979, desempeñándose como Asesor de la Dirección Nacional Asistente de Investigación del INTA, y a solicitud de la misma, prepara el documento “El Problema de la Conservación del Suelo”, en el cual expone su pensamiento  sobre la problemática. Como concepto central el Ing. Prego señala que “la conservación encuentra su justificación final en la medida que sea capaz de optimizar la producción agraria de modo permanente. Concebida así, la conservación en su sentido más moderno, de ninguna manera puede ser planteada como un apéndice que mendiga respeto para que la dejen defender la naturaleza. Por el contrario, debe entenderse como un enfoque central y fundador del sistema de producción sin el cual en muchos casos la tierra y con ella el hombre, perecerán”.

En 1984 se crea bajo su inspiración, el Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua -PROSA-, integrante de la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura -FECIC -. En este mismo año crea la Asociación Argentina para la Conservación del  Suelo y el Agua, de la cual ejerció su Secretaría General. En 1993 fue  designado Académico de Número de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria.

El Ing. Prego era un apasionado de su profesión y de la especialidad que abrazó desde muy joven. Era una pasión contagiosa, que entusiasmaba. Cada proyecto, por menor que fuera, lo planteaba como si fuera el más importante.  Y siempre obtenía la respuesta esperada de  quienes se sumaban a sus convocatorias. En la actualidad lo definirían como capacidad de liderazgo. Pero quienes tuvimos el privilegio de conocerlo y trabajar con él, consideramos que era mucho más que liderazgo. Era una profunda convicción personal que lograba contagiar a los demás. De esta manera hacía culto de la búsqueda de consensos, de las decisiones participativas, de la nunca  descalificación o menoscabo de las opiniones de nadie. “Todas las personas pueden aportar algo” decía, y en función de esta convicción actuaba.

Y de esos sueños, que finalmente se plasmaban en realidades tangibles y exitosas puedo dar fe a manera de ejemplo, de uno de ellos: el proyecto para el desarrollo del centro-este de Santiago del Estero, primera experiencia profesional en la que me toco participar recién estrenado mi título profesional. Recuerdo al Ing. Prego, quien por ese momento era Director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA, coordinar reuniones en la Estación Experimental del INTA La Banda, con participación de numerosos especialistas locales y de la región, que exponían sus puntos de vista y un rosario de posibles problemas e  inconvenientes que surgirían en el curso de las investigaciones y trabajos propuestos. A cada inconveniente planteado, Prego siempre respondía proactivamente, invitando a quien lo planteaba, a formular una propuesta superadora del mismo. Finalmente y casi mágicamente al finalizar la reunión de trabajo, regresábamos a Buenos Aires con la propuesta de trabajo consensuada y con apoyo total  de los técnicos y autoridades locales. Su capacidad de trabajo no tenía límites, aprovechaba cada minuto del día. Recuerdo los viajes en el tren estrella del norte en que pedía autorización para utilizar las mesas del coche comedor para desplegar innumerable cantidad de  carpetas y papeles, que siempre lo acompañaban para terminar de delinear las propuestas, que horas después discutiría en las reuniones. También recuerdo como la gente que deseaba cenar se agolpaba junto a nosotros, hasta que el guarda nos invitaba amablemente a  liberar la mesa tapizada de papeles. El tiempo había que aprovecharlo al máximo. Por ello viajaba al norte en el tren de la noche, trabajaba con nosotros en el campo haciendo curvas de nivel y recorriendo los ensayos  durante todo el día y regresaba viajando nuevamente de noche, para asistir a la oficina de la Dirección al día siguiente. Su dinamismo, energía y capacidad de trabajo, nos generó a los jóvenes profesionales que intentábamos  seguirlo, alguna chanza por parte de los productores testigos de esta situación “muchachos trabajen, o lo llamamos al Ing. Prego, nos decían”.

Durante los últimos años, ya jubilado del INTA, se desempeñó en la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura – FECIC-,  como Director del Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua -PROSA-, creado precisamente a propuesta del Ing. Prego. En el mismo, desarrolló una activa y productiva labor, convocando a numerosos especialistas que se reunían  semanalmente bajo su coordinación. Secundado entre otros, por los Ings. Luis Sabella, Walter Kugler y Mario Fuschini Mejía y un nutrido grupo de jóvenes profesionales, comenzó una etapa de trabajo muy fecundo en la que se realizaron reuniones y talleres nacionales e internacionales, una importante labor de difusión sobre la importancia del cuidado del suelo  y numerosas publicaciones temáticas que aún hoy mantienen  plena vigencia. Entre ellas, merece destacarse la obra El Deterioro del Ambiente en la Argentina, que se popularizó  como el libro rojo, que movilizó a alrededor de 200 personas consultadas mediante encuestas vía postal y entrevistas personales. Fue una tarea ciclópea que permitió contar por primera vez con un diagnóstico sobre la extensión, magnitud y gravedad del problema de la erosión de los suelos y su impacto sobre la infraestructura de la nación. Esta obra en 1988, mereció el Premio “Perito Moreno”, otorgado por la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos. Pero también merece mencionarse el libro Manejo de Tierras Anegadizas, conocido en la época como el libro Azul. Esta obra,  permitió compilar la información y la tecnología disponible, como aporte al manejo de los suelos en llanuras de escasa pendiente, problema de enorme trascendencia para gran parte de la región húmeda Argentina, ya visualizado por Prego hace más de tres décadas, y que aún hoy sigue sin resolver, causando ingentes pérdidas productivas y alterando la vida de las personas en numerosas localidades de la región.

El Académico Ing. Angel Marzocca, fue amigo y Director del Ing. Prego durante gran parte de su etapa en el INTA. Consideré importante solicitarle al Ing. Marzocca un breve párrafo sobre nuestro homenajeado a los efectos de que de alguna manera pudiera estar presente. Dice el Ing. Marzocca: “Durante varios  años y en diversas oportunidades y proyectos tuve ocasión de compartir con el Ing. Antonio Prego, objetivos y anhelos comunes. En ese transcurrir de nuestras vivencias de amistad y de trabajo pude apreciar reiteradamente las invalorables virtudes que le distinguían con nitidez entre nuestros colegas, el respeto y gratitud que le otorgaban los productores y científicos, y el afecto y confianza que generaba entre sus amistades y quienes le trataran”.

 “Sus polifacéticos horizontes de servicio al prójimo –fortalecido en su acrisolada  y ejemplar fe cristiana- hacían de su tarea y dedicación un ejemplo para todos, compartiendo con sus colaboradores cualquier logro como un triunfo de conjunto”

“Observándolo trabajar en fijación de médanos en La Pampa, al rayo del sol, con el entusiasmo y el aura radiante de un emprendedor incansable e inspirado, se me ocurrió -de pronto- ver en él la figura de algún general digno de pasar a las páginas de nuestra historia patria tanto o más que aquellos que con la espada lucharan también a su modo por nuestro suelo. ¿Acaso como civil no lo era él tan merecedor como aquellos patricios en cuyo  homenaje nominamos nuestros pueblos, calles, plazas y otros sitios para recuerdo de la posteridad?”.

Si tuviera que definir las innumerables cualidades personales y profesionales del Ing. Prego en una sola, elegiría su altruismo. Esta es a mi modesto entender, una de las cualidades más admirables que puede atesorar  un ser humano: su hoja de ruta lo condujo siempre a buscar el bien común, el logro de beneficios para la sociedad con la cual se sentía profundamente comprometido por sus convicciones morales y religiosas.

Trabajador incansable, generoso como pocos, austero, ejemplo de conducta integral, falleció el 17 de octubre de 1993. Dejo en sus discípulos, amigos y en todas las personas que tuvimos el privilegio de conocerlo una huella profunda, un ejemplo de conducta que trasciende la vida misma. De esta manera, el Ing. Agr. Antonio Prego se inmortaliza en nuestro recuerdo.