Salvador Mazza (1886-1946)

Mazza y Houssay, dos científicos al servicio de la medicina preventiva

Se recibió de médico en la Facultad de Medicina (Universidad de Buenos Aires) en 1910. Al año siguiente, presentó su tesis sobre Formas nerviosas y cutáneas del aracnoidismo. En 1916 investigó en el Instituto Bacteriológico Nacional (luego conocido como Instituto Malbrán) donde compartió espacio de trabajo con Bernardo Houssay. En 1923, Salvador Mazza viajó a Francia para perfeccionarse en microbiología y parasitología y trabajó en el Instituto Pasteur de Túnez, con el prestigioso bacteriólogo Charles Nicolle (futuro Premio Nobel de Medicina).

Entre 1926 y 1946, su vocación por investigar las enfermedades infecciosas y su interés por el trabajo en el terreno, lo llevaron a dirigir y consolidar la Misión de Estudios de Patología Regional Argentina (MEPRA) dependiente de la Facultad de Medicina (UBA). La misión Mazza, integrada por un equipo multidisciplinario, realizó un relevamiento de patologías regionales como nunca antes en la historia del país, investigó, diagnosticó y brindó tratamiento a enfermedades endémicas del norte argentino, entre ellas el “mal de Chagas”.

Tanto el Dr. Houssay como el Dr. Mazza dedicaron sus carreras a investigar enfermedades que afectaban a la población. A lo largo de su vida, Houssay destacó siempre la importancia de la ciencia para el desarrollo del país: “De la investigación científica depende la salud, el bienestar, la riqueza, el poder y hasta la independencia de las naciones”.

El Dr. Houssay junto al Dr. Mazza (foto de la Biblioteca Central de la Facultad de Medicina, UBA).

En este sentido, el Dr. Salvador Mazza retomó las investigaciones realizadas por el Dr. Carlos Chagas sobre la tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas), consiguió demostrar la presencia del parásito trypanosoma cruzi en los corazones de los pacientes enfermos, y perfeccionó el tratamiento de la misma. De esta manera, describió de forma más precisa los síntomas de la enfermedad. Con el tiempo, se cambió la denominación de la tripanosomiasis americana a enfermedad de Chagas-Mazza, en un claro homenaje al continuador de las investigaciones del brasileño.

En 1944, Mazza reflexionaba sobre algunas biografías suyas que circularon en Europa: “En el extranjero dicen que soy un sabio, pero no existen más sabios. (…) Hubiera preferido que se dijera que soy un hombre tesoneramente dedicado a una disciplina circunscripta y en la cual hago lo posible para no dar pasos hacia atrás”.